La frase que titula este articulo es una expresión francesa que describe la sensación que tenemos cuando nos viene a la cabeza, demasiado tarde, la acción que deberíamos haber tomado. Fue acuñada por Denis Diderot, el enciclopedista francés, en su Paradoxe sur le Comédien.
La frase se utiliza cuando nos viene a la cabeza un insulto o una réplica ingeniosa demasiado tarde, cuando ya estamos bajando la escalera de la tribuna, habiendo perdido la oportunidad de lanzarlos. Data de la época en que la palabra esprit, que significa espíritu o mente, se usaba comúnmente para designar el ingenio.
La expresión, en general, también puede indicar el estado resultante de la frustración por la falta de respuesta que puede hacer que cualquiera se convierta en la víctima, tanto que es usada en psicología, con la variante de «síndrome de l'escalier».
La frase se utiliza cuando nos viene a la cabeza un insulto o una réplica ingeniosa demasiado tarde, cuando ya estamos bajando la escalera de la tribuna, habiendo perdido la oportunidad de lanzarlos. Data de la época en que la palabra esprit, que significa espíritu o mente, se usaba comúnmente para designar el ingenio.
La expresión, en general, también puede indicar el estado resultante de la frustración por la falta de respuesta que puede hacer que cualquiera se convierta en la víctima, tanto que es usada en psicología, con la variante de «síndrome de l'escalier».
Todo aquello que debe ser dicho, y que por algún motivo u otro, nos vemos imposibilitados de decir en el momento justo. Después, siempre es demasiado tarde, y esa palabra, la palabra justa se convierte en un esfuerzo estéril. No pierdas el tiempo.