El rigor anal se imponia ante todo.
Desconfiaba de sus venas, inyectadas
en algo parecido al pudor. Lubricaba
los matices de sus mejillas, acomodando
el rubor a la tarde que proxima estaba.
Sin embargo, y si la reserva se permite,
batia la sopa sin nombre sobre la hornalla
sin fuego. Y esa mano, negada dias atras
por el caballero de sombra pequeña.
Renegaba,si, renegaba. Con fina ironia
fruncia su vientre, ese latinfundio del
vicio. Provocar el limite en el cuerpo
ajeno era lo habitual en su conducta.Esa
maldita costumbre de guardar el cepillo
de dientes en el bolsillo. Maniquea e ingenua,
todos los dias frente a un mundo que la ignoraba.
La nube ahi en el cielo. El gris ahi en la nube. El llanto detras del gris. El rostro delante del llanto. El hombre frente al rostro. El espejo tras el hombre. La pared donde el espejo. La humedad quizas en la pared. La nube alimentada.
"Escarmentá, hijo de puta". Ese fue el ultimo intento de su arrogancia. Indiferente frente al charco cimentado en la costumbre. Y hablo de costumbre y no de rutina. Ese "no querer queriendo" agigantado. Nocturno a mitad del dia. El tiempo, como siempre, sometiendolo.